Cruzada contra la injusticia

El 10 de octubre el diario El Norte publicó una plana en la sección Perfiles con un amplio reportaje sobre el andar de CADHAC. Les compartimos el Texto. Descargar el pdf

Cruzada contra la injusticia

Quienes conocen a la regiomontana afirman que su capacidad de indignarse ante las injusticias y los abusos de poder no tiene límites

Por Daniel de la Fuente

Monterrey,  México (10 octubre 2010).-   Eran los primeros días de la asociación Ciudadanos en Apoyo de los Derechos Humanos, A.C., CADHAC. Corría 1993.

La injusticia, el abuso, estaban presentes. Apenas un tímido esbozo frente a lo de hoy.

Consuelo Morales Elizondo, directora del incipiente organismo fundado por ella para la defensa de los derechos humanos, el primero en la Ciudad conformado por ciudadanos y que obtiene recursos de donativos, se encontraba en el local que ocupaban en Guadalupe. En eso llegó una mujer angustiada: que su esposo había robado un reloj; que los judiciales lo habían golpeado y secuestrado. Que no había vuelto.

Consuelo, bajita, de hablar cantarín y mirada chispeante, se apiadó de esa mujer, como suele hacer cuando alguien le pide ayuda. Le dijo que ambas buscarían al hombre en hospitales.

Lo hallaron en el Universitario, en coma. A los días, murió.

De 62 años, la monja de la Congregación de Nuestra Señora, Canónigas de San Agustín, baja la vista al recordar la vejación impune, en su oficina frente a la vieja Plaza de la Purísima.

“Fue nuestro primer caso. Lo retomo porque nos han dicho que defendemos delincuentes”, dice y sonríe piadosa. “Si eso es defender delincuentes, sí, pero lo que defendemos es que si alguien tiene una conducta antisocial esa persona debe ser detenida y presentada a la autoridad, no juzgada por otras y menos asesinada.

“¿Quién cometió el mayor delito?”, pregunta sobre el caso, que denunciaron. “¿El que robó el reloj o el que le arrebató la vida?”.

Así, en un mundo donde todo se ha vuelto más complejo y la falta de autoridad se evidencia, Consuelo y CADHAC han hecho camino desde la óptica de los ideales: justicia, amor. Denuncia.

Y esto no es sólo ser idealista, sino ser verdadero ciudadano.

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Debido a su trabajo, CADHAC recién obtuvo el Premio Nacional por la Igualdad y contra la Discriminación 2010, que otorga el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

La labor no ha sido en vano. La de Consuelo, menos.

“Me sorprendía que se la pasaba corriendo por la oficina contestando teléfonos”, dice Ximena Peredo, miembro de CADHAC, al recordar cuando la conoció. “Una vez la oí peleándose en una llamada; me di cuenta de que hablaba con el director de algún penal por un interno que estaba en castigo”.

“De pronto soltó el cablecito del teléfono que tenía entre los dedos, exasperada, y dijo: ‘¡Por amor de Dios!, ¿qué daño le hace a un hombre tener una revista pornográfica?’. Ese día supe que esta mujer es increíble”.

Ximena toca un punto clave de CADHAC: la defensa de los derechos de los presos, fuerte compromiso de Consuelo.

Hija de padres que a la postre se separarían, ella nació en 1948. Creció en la Colonia María Luisa, tuvo dos hermanos y considera que la influencia religiosa le llegó por una tía abuela, abadesa de una congregación de contemplativas. Eso y su formación en el Colegio Labastida encaminaron a la fe a esa niña que no le gustaba jugar con muñecas, sino ponerse una toalla en la cabeza y autodenominarse madre superiora.

“La inquietud de Dios creció siempre”, dijo en una entrevista.

Tras vencer la resistencia de su madre, Consuelo ingresó a la congregación a la que pertenece, orientada a la labor con desposeídos y vulnerados en sus derechos. Con estudios de ciencias de la educación y egresada de trabajo social, tenía interés por trabajar con indígenas, pero en un curso de justicia y fe dudó del camino.

En eso la enviaron al Centro de Derechos Miguel Agustín Pro y en alguna charla con el reconocido jesuita Jesús “Chuche” Maldonado, éste le dijo que de los pocos estados donde no había organismos de derechos humanos ciudadanos era Nuevo León.

Convencida de que la ruta para sus votos perpetuos era denunciar la injusticia, la vida la llevó en 1992 con vecinos de colonias como Guadalupe Victoria, en Guadalupe, deseosos de formar un grupo de esta índole. Fiel a la instrucción de su congregación de incidir en justicia, se integró al esfuerzo y se fue a vivir a una casita parroquial frente al Conalep.

No tardaría en formar un centro para la defensa y la educación sobre derechos, al que le daría forma y nombre: CADHAC.

Habla Teresa Villarreal, de las primeras integrantes: “Entre las actividades estaban talleres de difusión de derechos humanos con gente del Centro Pro”, apunta la comunicóloga. “Entonces era un discurso raro”.

Consuelo describe el perfil del organismo recién nacido: enfocado a la justicia y a los derechos humanos, pero con una óptica cristiana, pues aunque CADHAC no es religioso, está en contacto con la Iglesia local.

“Es un organismo de la sociedad civil”, aclara y subraya que un objetivo inicial del organismo fue abatir la violencia intrafamiliar.

Para ello, se diseñó el programa altruista Campaña contra el Hambre, cuya titular por más de una década fue la dentista Leticia Zárate, quien vio a Consuelo por primera vez en un programa de televisión acerca del celibato.

“Había puros sacerdotes y ella era la única mujer que, además, estaba contra el celibato”, sonríe.

“Luego la conocí al atenderla como paciente y, aunque me comprometí a colaborar con ella unos meses, luego de explicarme su proyecto me quedé 12 años”.

Campaña contra el Hambre llevaba a mujeres alimentos a bajo costo para sus hijos. Además, las madres aprendían oficios como repujado y tarjetería española.

Ambos aspectos, dice, permitieron que ellas se sintieran autosuficientes frente a sus parejas.

“Al sentir su fuerza, las parejas bajaron la guardia y acabaron los golpes. Fue una experiencia renovadora, por eso veo a CADHAC un oasis y a Consuelo, una luz”.

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La simpatía con la causa zapatista a favor del indígena y en contra del cerco que tendió el Ejército Mexicano fueron compromisos que CADHAC hizo suyos en sus primeros días. Fue por ese tiempo que se incorporaron Efrén Sandoval y Demian Garza, quienes colaboraron en un estudio en las cárceles municipales del Estado.

El primero venía de atender chavos banda en el DIF San Pedro. El segundo era abogado.

“Salieron reprobados todos los reclusorios por sus malas condiciones físicas y por el estado de los presos”, cuenta Efrén.

Por su parte, Demian le dio el enfoque legal a la evaluación, la cual se llevó a la opinión pública.

Él recuerda esos días como de aprendizaje y compromiso.

“Éramos unos idealistas que estábamos convencidos de que toda acción, por pequeña que fuera, cambiaría al mundo”.

El estudio se repetiría, pero en los penales de Topo Chico, Cadereyta y Apodaca. Fueron 186 entrevistas a presos. Allí participó el ambientalista David Pulido.

“Aplicamos cuestionarios para saber cómo vivían y difundimos lo de las tapaderas (áreas de castigo) en el Topo Chico, la comida en mal estado, los tocamientos a las parejas al revisarlas, los castigos, las personas que purgan largas condenas sin merecerlas y el pago por tener un empleo.

“Recuerdo a un interno con vih que no recibía medicamentos, lo que se le informó a la hermana Consuelo y se corrigió”.

Estas anomalías fueron denunciadas por CADHAC junto a la brutalidad policiaca en calles, el polémico Operativo Mochila, redadas contra jóvenes.

La religiosa recuerda las reacciones a sus denuncias y activismo en torno a la función policiaca: les retiraban a los oficiales invitados a cursos de derechos humanos; en tanto políticos injuriaban a CADHAC: que qué cosa era ese organismo y que por qué Consuelo se ostentaba como religiosa sin serlo, lo que es mentira.

Un burócrata trató de ganarse a la monja valiente: sacó un rosario de plata y le dijo que ambos trabajaban para el mismo “jefe”.

“No, señor, ésas son piedras, y mi ‘jefe’ está en cada interno que ustedes maltratan”, le contestó.

Ella cuenta que, por promover los derechos humanos entre la Policía, una vez llegaron unas patrullas y se estacionaron frente a CADHAC. Consuelo salió y empezó a tomar fotos. “¡Oiga, ¿qué hace?!”, gritó un policía, y ella le dijo que tomándole fotos porque obstruía su cochera.

“‘No’, dijo, ‘andamos tras una rata’, y le contesté: ‘¿Es flagrancia o trae una orden?, porque de lo contrario no puede’. Total, se fueron y un compañero pidió revelar las fotos”.

Ella sonrió: la cámara no traía rollo. Pero lo mismo los siguen que intentan amedrentarlos por teléfono o dejan gatos degollados en la puerta con el cartel “Siguen ustedes”.

Ante este suceso, que fue cuando el organismo denunció abuso en penales, Amnistía Internacional pidió protección para CADHAC al Gobierno estatal.

Pero para Consuelo no hay vuelta atrás cuando se da voz a los sin voz y se grita ante el abuso.

Esto ha sido compartido por personas que pasaron por CADHAC; se inspiraron en Consuelo y se volvieron activistas, como Liz Sánchez, hoy titular de Alternativas Pacíficas, o Santiago Aguirre, quien trabaja en la montaña de Guerrero y dirigió la defensa de Jacinta Marcial, indígena acusada de secuestrar a federales.

En la mesa de juntas de CADHAC han estado reunidos desde el movimiento lésbico gay hasta grupos ambientalistas o de ex braceros. Este poder de convocatoria se debe, dice Demian, a que Consuelo, lejos de la simpleza de la caridad, se preocupa de manera total por el bienestar del otro.

Ximena habla del prejuicio contra el que a veces navega CADHAC, del que algunos creen defiende a delincuentes, cuando en realidad Consuelo tiene claro que cuando alguien transgrede el marco legal hay consecuencias.

“Pero, en abusos, su capacidad de indignación no tiene límites. Tiene 17 años de indignarse todos los días como si fuera la primera vez. Sólo de saber que existe una persona que la pasa mal y que su gobierno, que debiera defenderla, la tortura, la pone mal”.

La religiosa, quien ha estado cerca de conflictos como el secuestro de tres niños por parte de la directora de la casa hogar Caifac, Patricia Murguía, así como con los desaparecidos acumulados en los últimos meses en la Ciudad y a los que nadie busca, afirma que la alternativa de la sociedad para este tiempo es acompañar a las víctimas, seguir la ruta legal y fortalecer lazos para ser una verdadera ciudadanía.

“Un modo de protegernos es subirnos a un bote cada vez más que buscamos el bien común, respetando las diferentes miradas, pero que no nos quita ver hacia un mismo horizonte”.

No se cansa, pese a su edad y achaques, según colaboradores. Tampoco se derrota, aunque sí se entristece, dice Leticia.

“El sufrimiento la pone triste. La he visto llorar por un preso, por alguien maltratado o asesinado y que estaban defendiendo”.

Pero Consuelo es ebullición. Le parece que hay mucho por hacer. Por ello persiste la alegría.

“Este camino es un bello sendero, porque nos ayuda a ser más humanos”, dice y sabe que entre más se aproxime la sociedad a ese ideal, más cerca estará de ese otro mundo que, afirma, es posible.

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Fecha de publicación: 09-Oct-2010

One thought on “Cruzada contra la injusticia

  1. Muchas gracias por decir la verdad de lo k esta padando en el penal de cadereyta ya estan muy mal yo soy mamá de uno de ellos y esta muy mal esta golpido todo amoratado,muchas grasias

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